Iannis Xenakis * Horos
Iannis Xenakis - Orchestre Philharmonique Du Luxembourg - Arturo Tamayo ‎– Orchestral Work III---Label:Timpani *Piece, endowed with a splendid continuity and impulse, the orchestra shines in Horos with a thousand colors, preferably in violent tones and the rhythm is developed from a strong and vital pulse. In Xenakis dies music, vague and atmospheric pointillism, and reborn certain values ​​that had their first great culmination in Beethoven's energy potential. Also in Xenakis, from another ideology, energy operates in a primordial way, never being replaced by motorism, which is almost the opposite, let alone by conventionalism in any way; The musical idea determines its form, its color, its experience through a deep sound creation by its specialty, fascinating by the will of definition, reactivating of multiple sensations and evocative of an antecedent: Edgard Varese. Pablo Tabachriik as director and demonstrated his As a composer in Le pacte des Onzei- great agglomeration of voices, orchestra, tape recorder and flashes of colors. The whole is fatiguing and as hermetic and mysterious as the apocryphal Gospel of Didime Judas-Thomas that motivates it. But many discoveries and long knowledge can not be denied. ***Footage: Vladimir Tarassov, Marcel Duchamp, Hans Richter, Viking Eggeling, Zbigniew Rybczynski, Zerkalo Vremeni, Tom Chomont, Maciek Szczerbowski. **La personalidad de Xenakis (Braila, Rumanía, 1922) es verdaderamente extraordinaria. Históricamente fue uno de los primeros en percibir con claridad que la vía del serialismo conducía inevitablemente a un nuevo academicismo. Busca entonces no una tercera vía, que a fin de cuentas sería nuevo condicionamiento, sino lisa y llanamente la libertad. El hombre cultural que habita en Xenakis ejerce su libertad dentro de un amplísimo campo de conocimientos que van desde la musicología y el folclor hasta la arquitectura (ya es sabido que colaboró con Le Corbusier en el Pabellón Philips de la Expo de Bruselas); desde la música litúrgica bizantina hasta la electroacústica y la informática, sin excluir una formación profunda junto a representantes de la tradición y la renovación (Honnegger, Milhaud, Messiaen, Scherchen). Así, las posibilidades de Xenakis se anunciaban desde el principio, tan innumerables como su obra ha confirmado. Cayó, sin embargo, sobre Xenakis una leyenda que en parte alienta todavía, mantenida por quienes hablan de oídas: se habló demasiado de ciencia, matemática, arquitectura, con un escondido propósito de ocultar al espléndido músico de instinto, al artista por naturaleza. Una obra como Horos puede demostrar cómo todo. cuanto hay en Xenakis nace y termina en su condición musical de alta categoría. Tonos violentos Página de una pieza, dotada de una continuidad y un impulso espléndidos, la orquesta brilla en Horos con mil colores, preferentemente de tonos violentos y el ritmo se desarrolla desde un pulso fuerte y vital. Muere en Xenakis la música desvertebrada, el puntillismo vagoroso y atmosférico, y renacen ciertos valores que habían tenido su primera gran culminación en el potencial energético de Beethoven. También en Xenakis, desde otra ideología, la energía opera de manera primordial, sin que jamás quede sustituida por el motorismo, que es, casi, lo contrario, ni mucho menos por el convencionalismo de cualquier forma; la idea musical determina su forma, su color, su vivencia a través de una creación sonora profunda por su especialidad, fascinante por la voluntad de definición, reactivadora de sensaciones múltiples y evocativa de un antecedente: Edgard Varese.Brilló Tabachriik como director y demostró su valía como compositor en Le pacte des Onzei- gran aglomeración de voces, orquesta, banda magnetofónica y flashes de colores. El conjunto resulta fatigante y tan hermético y misterioso como el Evangelio apócrifo de Didime Judas-Thomas que la motiva. Pero no pueden negarse muchos hallazgos y un largo saber. La organización del festival, su proyecto ambicioso, ha convertido las jornadas de Metz en acontecimiento anual de la creación contemporánea. Por muchos títulos y autores que figuren en los programas, el trabajo programativo no ha sido de acumulación, sino de selección, tan inteligentemente llevada a cabo que sobre los valores puramente musicales aparece el valor añadido de una información muy necesaria para quienes deseen convivir con el arte de su tiempo. * Este articulo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de noviembre de 1986 ELPAIS.
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